martes, 31 de julio de 2012

Tres años y contando

Este será, si Dios quiere, el cuarto ciclo escolar de Juan Pablo en su colegio.

El primer año, pese a que tenía pésimos ingresos, me fue muy bien con los pagos de todo.  Creo yo que fui muy bien organizada.

En los últimos dos, no tanto, pero salí a flote.

A partir del segundo ciclo, no recuerdo por qué, me acerqué al "papá" antes de los pagos fuertes de inicio de ciclo escolar, pidiéndole apoyo para librar ese primer tirón, siempre aclarando que sería solo en ese momento y que de las mensualidades yo me haría cargo.

Esos dos últimos años de preescolar abiertamente me dijo que no me iba a apoyar ni sólo al inicio y que mejor lo llevara a una escuela pública.

Entonces le hice una contra propuesta, que me diera lo que piden a los papás de niños de escuelas públicas al año, que no es ni la mitad de una mensualidad del colegio porque definitivamente que en una de ese tipo no podrían darle la atención que necesita el niño por sus problemas de TDA y lenguaje.

Había evitado invitarlo a involucrarse en cosas del colegio por la misma situación, pero decidí invitarlo al cierre del ciclo escolar reciente porque era además el cierre de una etapa de la vida de JP.

A este hombre lo ví contento y admirado por el colegio, sus instalaciones, sus maestras, sus actividades y pensé que ahora sí tendría un motivo para unirse a los gastos de inicio de ciclo escolar.

Pensé que no me había equivocado hasta hace unos momentos.

Cuando volví a tocar el tema del apoyo para Primaria, que es la etapa a la que entrará mi hijo, él se vio más dispuesto.

Tiene como tres meses negándole paseos, juguetes, ropa a Juan Pablo -delante de mi mamá- bajo el argumento siguiente:

- "No podemos (salir, comprar, darte) porque estoy ahorrando para darle dinero a tu mamá para el colegio".

Luego, hace un mes le recordé que ya está el tirón fuerte encima y me habló de un bono que recibiría y del que la gente de RH de su empresa me daría el 20 por ciento del total que le corresponde al niño, pero que también me daría él el resto para el colegio.

Llegó esa quincena y no vino ningún bono y dijo que hoy llegaba.

Sin embargo, la gente de RH me informó que no viene ningún extra depositado a favor del niño.  Así que decidí ponerlo al tanto de esta última noticia y me sale con que el viernes le dará a mi madre el 20 por ciento de los 3 mil 900 pesos que le dieron de supuestas "utilidades".

780 pesos, para un desembolso total de una cifra de cuatro ceros.

Me encabroné.

Y no porque me siga sorprendiendo, de hecho, tengo prácticamente todo resuelto (aunque de última hora y eso provoca demasiado estrés), sino que me molesta que todos estos meses le haya negado a SU hijo tantas cosas -baratas- bajo el argumento de estar ahorrando para su escuela.

Ahora pienso y pienso de qué estará hecho este tipo, cuestiono su cariño por Juan Pablo, me cuestiono a qué demonios viene una "persona" así a este mundo.

En verdad ¡qué poca madre!

jueves, 26 de julio de 2012

Una madre ejemplar


Yo creo que en muchas cosas he fallado como madre. Yo creo que casi todas lo creemos.  

Nunca será suficiente lo que hagamos por los hijos.

Yo, por ejemplo, tengo una enorme cruda moral porque mis horarios en el trabajo han sacrificado mucho las actividades con Juan Pablo.

Rara vez pienso que indirectamente esto del nuevo trabajo, que amo con toda mi alma, es para beneficio suyo, aunque sigue pesándome mucho el que casi no lo veré, sobre todo cuando regrese al colegio.

También se y estoy conciente de que se me agota la paciencia muy rápido, cosa en la que me están apoyando sus terapeutas, para conseguirla de donde sea y para que él comprenda que no tengo un trabajo "normal".

A mi mamá la admiro, aunque a veces, sobre todo ahora que han pasado tantos años, no coincidamos en muchísimos puntos de vista que están al interior de nuestra pequeña familia y que los que están fuera, aún siendo “familiares” no lo entenderían, porque no viven bajo este mismo techo.

Sin embargo, hay una mujer, más joven que yo, que es una madre digna de admirarse.

Es madre de una niña de la edad de Juan Pablo y hace dos ciclos escolares fueron compañeros de salón, y de unos bebés mellizos.

Me encantaba verla cómo se lleva con su hija, cómo la procura y la niña cuánto la obedece y lo bien educada que está.

Luego, nos dio la noticia de que su familia aumentaría.  Cómo olvidar el grito que soltamos las mamás que nos juntábamos todas las mañanas afuera del kínder cuando nos dijo que no era un bebé el que esperaba sino dos.

A mí siempre me ha costado imaginar cómo le hacen las madres de más de un hijo para repartir en partes iguales el amor entre todos sus retoños.

Entonces, tomé su caso como una especie de experimento para verlo con mis propios ojos, ya que es improbable que yo pueda darle un hermanito a Juan Pablo.

Los cuates, son varones, nacieron en noviembre del año pasado y ahora están enormes.

Se de muchos casos increíbles de madres que, de veras, se pasan.

Hay uno en el que ella saca mil y un pretextos para justificar sus “motivos” para llevar todos los días a sus hijos, (un recién nacido) a la guardería, pese a que ella no trabaja y los deja todo el horario de la guardería a la que tienen derecho las madres que sí trabajan y sí necesitan ese servicio.

En cambio, mi amiga, es un gran ejemplo.

Tan pronto pudo, casi en tiempo récord, dejó la casa de sus papás después de su parto múltiple y tomó la batuta del cuidado total de sus hijos.

Ella no trabaja, pero su esposo sí, así que ella solita se avienta la tarea de cuidar y alimentar a sus bebés y de estar al pendiente del desarrollo escolar de la mayorcita, quien, dicho sea de paso, es de las más destacadas del colegio.

Es impresionante ver la paciencia de esta mamá cuando uno de los dos pequeños llora o está inquieto y la habilidad que tiene para cargarlos a los dos para que no “se sientan” y cómo sigue al pendiente de la niña.

Me da mucho gusto ser amiga de alguien tan dedicada a su familia. Sin duda, es un gran ejemplo a seguir y vergüenza para quienes fallamos tanto como mamás.



viernes, 20 de julio de 2012

Reprobados

Estoy llevando a Juan Pablo a una terapia especial y que aún está en proceso de certificación, pero que una persona muy cercana y querida, hombre preparado y bien intencionado, ya la aplicó en alguien muy importante para él y eso fue lo que me llevó a tomar la decisión de inscribir a mi hijo.

Debo aceptar que más que nada de entrada lo tomé como un modo desesperado de darle las herramientas que necesita para superar su TDA y su problema de lenguaje en poco tiempo y no en los cinco años que me da como margen la anterior neuropsicóloga.

En la primera sesión, analizan a la mamá. En la segunda al papá, y en la tercera la imagen que tiene el alumno con respecto a la mujer en general.

Me dijeron que estoy reprobada.

Juan Pablo les dijo, por medio de dibujos, que soy una mujer que no sonríe, que me ve cansada o enferma.  Que no tomo decisiones sin el aval de mi madre.

Al papá, lo calificó como una persona sin ambiciones, sin futuro, que no cumple lo que promete y absolutamente perdido, que lo ve involucrado en varias familias -propias-, pero que no cumple con ninguna.


No he encontrado la forma de decirle al papá y tampoco coincidimos para nada cuando va a visitarlo.

No me deprimo.  Esto me ayuda a abrir el panorama y a ponerme a trabajar en ello, aunque debo decir que mis horarios en el trabajo y mi insomnio me complican el estar siempre alerta, lista para jugar y salir a hacer alguna actividad física con él.

Hay mucho qué trabajar y mucho por hacer.

viernes, 13 de julio de 2012

No hallo dónde ponerme de la pena

Hace unos días llamé un taxi de una base a la que nunca recurro para ir a cubrir un evento del periódico... y eso porque mi inseparable Neto estaba fuera de la Ciudad.

Tengo la costumbre de platicar con los taxistas cuando estoy trabajando y cuando requiero de sus servicios de traslado por quedarme sin carro, que, como bien saben, es bastante frecuente.

Y así fue esta vez.

Me subí al coche y en el asiento del copiloto. Casi todos los reporteros del periódico nos subimos adelante porque regularmente andamos con taxistas conocidos y finalmente ellos vienen siendo compañeros de trabajo de nosotros, aunque no nos sean tan conocidos...

Cuando no estoy trabajando y necesito un taxi, ahí sí me voy en los asientos traseros.

Honestamente, NUNCA vi la cara del hombre, primero porque iba yo toda ajetreada con la cámara, la grabadora, mi bolsa, mi coca y tardé en acomodarme en el asiento delantero.

Luego, por lo que dijo en seguida...

E.- ¡Hola! Vamos a la Colonia Terminal, calle tal y número tal...

-Silencio y me ve de reojo

T.- ¿Usted es Elena, verdad?, ¿la que vive en tal y tal?

E.- Sí, es que regresé al periódico...

- Me interrumpe

T.- No, es que yo a usted la conozco desde hace años... hace muchos años fuimos novios de un día

- Silencio sepulcral...

De ahí para el real ya no pude intentar verlo de frente, no supe quién es, ni cómo se llama y lo obligué a que fueran sus últimas palabras.

Yo creo que mi semblante cambió y entendió que me incomodó el comentario.

Y es que, no es que lo haga menos, pero sí, hubo un tiempo en que tuve varios pretendientes y a algunos les dí el "beneficio de la duda" y acepté ser "su novia"...

Fueron varios, pero con el que "más duré" fue de tres días y solo los veía, a todos ellos, el primer día, solo les decía que sí "quería ser su novia" y no los volvía a ver hasta el día siguiente o tres días más tarde para decirles que siempre no.

Nunca "checamos tarjeta" esos "novios" y yo porque no estaba segura, ¿qué demonios? ¡en realidad no quería ser su novia de ninguno! Además, siempre fui bastante ñoña... hasta con el papá de Juan Pablo, varios de los primeros muchos años de noviazgo, requerí de chaperón, y así fue con todos, hasta con los que de verdad quería andar bien.  Apenas ahora con S las cosas cambiaron.

No sé, ese episodio con esta persona me incomodó demasiado y a nadie se lo he contado, así que aquí vengo a tirarlo para olvidarlo.

¿Quién me manda, verdad?